En 1878 Gaudí diseñó unos kioscos para los espacios públicos de Barcelona. Firmado el 14 de mayo, el plano muestra en planta y alzado una construcción de hierro y cristal. El solicitante, Enrique Girossi, presentó el plano junto con una memoria y la instancia al Ayuntamiento el 20 del mismo mes, iniciando el Expediente número 853 de 1877 a 78. Afirmaba que su propuesta de retretes y urinarios públicos con puestos de flores, paneles de anuncios e información pública estaba encaminada a “satisfacer una necesidad apremiante para la población”. Se comprometía a cubrir todos los gastos de construcción e instalación de los kioscos, conservarlos e higienizarlos a cambio de una concesión de 50 años tras lo que pasarían a propiedad del Ayuntamiento. Asimismo solicitaba la prohibición de que fuesen concedidas otras licencias similares y la provisión gratuita de 5 metros cúbicos de agua diarios por cada kiosco.
La memoria explica más detalles: “un pequeño pero elegante kiosco de mármol, hierro y cristal de 4 metros de longitud por 2,40 de profundidad y 4 de altura” con una “techumbre que adelantándose sobre la vía pública cobije del sol y de la lluvia por sus cuatro lados a los paseantes que se detengan a leer los anuncios colocados en sus tersas paredes de cristal opaco iluminadas internamente de noche por gas”. Tendrían en la parte posterior un urinario de uso público y gratuito y en el interior dos retretes para caballeros y otro para damas y un lavabo de pago. El espacio destinado a despacho de flores estaría abierto las 24 horas.
La estructura de columnas de hierro se asentaba sobre una base de mármol. A un metro de altura se situaban unos soportes para colocar tiestos con flores que “al mismo tiempo recogen el agua que cae sobre las mismas en menuda y constante lluvia desde la parte superior de las columnas”. Adosadas a las éstas, por encima de las tuberías de riego, pueden verse las lámparas exteriores de gas con forma de jarrones, que también tendrían publicidad. Los cerramientos serían hasta 1,70 metro de altura placas de mármol de 5 cm. de espesor, y por encima de éstas serían situadas cristaleras traslúcidas destinadas a contener los anuncios. La cubierta era de hierro y cristal, resuelta en voladizo y formando arcos ojivales sobre las puertas. Estaba coronada por crestería y motivos ornamentales metálicos.
En la fachada principal destacaba un gran panel con un “cuadrante de reloj destinado al público y que iluminado de noche podrá verse a la distancia, un barómetro y un termómetro al aire libre, y los datos del calendario correspondientes al año, mes, semana y día”. Se reservaban espacios para anuncios oficiales, correos, ferrocarriles y buques. La iluminación sería por medio de lámparas a gas y para el cierre nocturno fueron pensadas unas planchas de hierro “que saliendo de la parte inferior se elevarían hasta lo alto del aparato”.
El alzado es un bello dibujo a tinta acorde al modo habitual de graficar de Gaudí en su primera etapa profesional, detallista y minucioso. La fachada está abundantemente adornada con los ramos de flores para la venta, entre los que dibujó además a la florista.
El expediente siguió un azaroso proceso a causa de las condiciones exigidas por Girossi. Finalmente se acordó rebajar el plazo de la concesión a 30 años, limitar la provisión gratuita de agua a 4 metros cúbicos diarios por kiosco y exigir un mínimo de 12 kioscos en lugares de la ciudad a determinar.
Pese a que la licencia fue concedida el 14 de junio los kioscos nunca fueron construidos posiblemente por el fracaso de Girossi en conseguir financiamiento, lo que condujo en 1887 al retiro de la concesión por incumplimiento de contrato tras diversos apercibimientos.
Gaudí hizo otros proyectos de equipamiento urbano para Barcelona ese mismo año 1878: unos anunciadores luminosos para las calles de la ciudad encargados por el empresario Julio Manuel Carré, tampoco construidos, y las farolas para paseos y plazas que le encomendó el Ayuntamiento, 6 de estos afortunadamente concretados de los que 4 llegaron a nuestros días.