Un 8 de junio nacía Frank Lloyd Wright, considerado el creador de la arquitectura orgánica. Fue quien en 1939 por primera vez utilizó este término (1), pero esa forma de crear arquitectura fue materializada décadas antes por él mismo y por Gaudí.
En los primeros años del siglo XX ambos construían basados en los mismos principios pese a que a primera vista poco parecen tener en común las sinuosas formas gaudinianas de entonces con los planos con que mayoritariamente componía Wright. Las obras de estos dos genios sintetizaron forma y función, envolvente y contenido incorporando la luz como agente de diseño, y guardaron idéntico respeto por las propiedades y expresividad de los materiales. Y por sobre todo comprendieron que las cualidades de los espacios son el objetivo fundamental de la arquitectura.
No consta ningún contacto entre ellos a pesar de haber compartido fama en la misma época, cuando una gira en 1909 dio a conocer la obra de Wright en Europa. La de Gaudí ya era respetada y admirada, aunque algo incomprendida en su esencia.
Ambos arquitectos vieron en la naturaleza su inspiración. Gaudí escrutando sus leyes para construir en armonía con ellas. “La naturaleza es mi maestra”, decía. Wright tratándola con respeto y amor. No en vano decía que el arte es un descubrimiento y desarrollo de principios elementales de la naturaleza en bellas formas aptas para el uso humano: “La naturaleza es nuestro libro de referencia y de él debemos estudiar y aprender”.
En sus definiciones de la arquitectura orgánica parecen leerse explicaciones de las creaciones de Gaudí: “Integración, o aun la verdadera palabra ‘orgánico’, significa que nada tiene valor salvo que esté naturalmente relacionado con el todo, en la dirección de un fin vital y que sea una verdadera parte de una entidad”.
Decía Wright que un edificio es un organismo solo si está de acuerdo su exterior con su interior y ambos con el carácter y naturaleza de su propósito, proceso, lugar y tiempo. Agregaba: “Se incorporará entonces la naturaleza del lugar, los métodos con los cuales se construye, y finalmente el conjunto –del nivel inferior a la cubierta, del suelo al cielo- será adecuado a su propósito.” (4)
En las obras de Wright el espacio fluye bajo una luz que moldea, califica y define ambientes. Interior y exterior forman una unidad no solo visual sino contextual, vital, en resumen, orgánica. “Jardín y edificio pueden ser uno. En una buena estructura orgánica se hace difícil decir donde acaba el jardín y dónde comienza la casa”.
Puede decirse exactamente lo mismo de muchas de las obras de Gaudí, que hacen realidad otras frases de su colega norteamericano: “¿La forma sigue a la función? Sí, pero lo que importa más ahora es que la forma y la función son una”.
Ambos sentaron las bases de una nueva concepción que siguió diversos caminos en su maduración a lo largo de decenios para cristalizar en las actuales corrientes de respeto al medio ambiente materializadas en la arquitectura sostenible.
(1) Wright, Frank Lloyd. An Organic Architecture: The Architecture of Democracy. London: Lund, Humphries & Company, Limited, 1939.
(2) Foto: U.S. Library of Congress, Highsmith Archive. Reproduction Number LC-DIG-highsm-04261, Public Domain. https://commons.wikimedia.orgwindex.phpcurid=12022348
(3) Foto: CC BY-SA 3.0 https://commons.wikimedia.orgwindex.phpcurid=555669
(4) Wright, Frank Lloyd. A Testament. New York: Horizon Press, 1957.
(5) Foto: Daderot – Own work, CC0,https://commons.wikimedia.orgwindex.phpcurid=29163815
(6) Foto: Fundación Antonio Gaudí
(7) Foto: Sailko – Own work, CC BY 3.0 https://commons.wikimedia.orgwindex.phpcurid=63746180
(8) Foto: Bob Aronson – Own work, CC BY-SA 4.0 https://commons.wikimedia.orgwindex.phpcurid=62596918
(9) Foto: Fundación Antonio Gaudí
(10) Foto: Lykantrop – Own work, Copyrighted free use, https://commons.wikimedia.orgwindex.phpcurid=3678159